martes, 29 de marzo de 2011
Misa de iniciación del Ciclo Lectivo. Nivel Secundario
El Viernes 18 de marzo celebramos la Santa Eucaristía de iniciación del año escolar.
La Iglesia nos invita a vivir plenamente nuestro peregrinar hacia la Pascua, convirtiendo nuestro corazón en este tiempo de Cuaresma, mediante la oración, el ayuno y la misericordia.
También celebramos la fiesta del patriarca San José, esposo de María.
La primera lectura correspondiente a la carta de San Pablo a los cristianos de Roma nos relata cómo Abraham “Espera contra toda Esperanza” y creía que la herencia se obtiene por medio de la fe.
Por otra parte, el evangelio de San Mateo nos narra las tentaciones que recibe Jesús a las cuales responde:
“Adorarás al Señor tu Dios y a Él sólo rendirás culto” (Mt 4, 10)
En el Ofertorio presentamos junto con los dones de pan y de vino que serán luego el Cuerpo y la Sangre de Jesús:
*La Cruz, que nos recuerda la muerte redentora de Cristo y nos llama a la conversión;
*La Biblia, palabra de Dios que ilumina nuestro Camino hacia la casa del Padre;
*El Catecismo de la Iglesia Católica, que nos transmite la sinfonía de la Verdad que plenifica al mundo;
*Documentos del Magisterio Eclesiástico, en especial, la carta encíclica “Evangelium Vitae” que nos comunica el valor y el carácter inviolable de la Vida Humana.
Estos elementos nos mantienen presente este Tiempo de Cuaresma que estamos viviendo.
A los documentos del Magisterio Eclesiástico los leeremos para adentrarnos en el conocimiento del valor de la vida humana en todas sus etapas y hasta su muerte natural. Benedicto XVI nos llama a reflexionar durante todo este año sobre la importancia de “la Vida y la Familia”.
La lectura de la palabra de Dios nos sirve de alimento espiritual recodando lo que nos dice Jesús en el evangelio:
“No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4)
miércoles, 16 de marzo de 2011
CUARESMA, CAMINO DE CRECIMIENTO ESPIRITUAL
La Cuaresma que se nos puede presentar simplemente como camino de penitencia, como un camino de dolor, como un camino negativo, realmente es todo lo contrario. Es un camino sumamente positivo, o por lo menos así deberíamos entenderlo nosotros, como un camino de crecimiento espiritual. Un camino en el cual, cada uno de nosotros va a ir encontrándose, cada vez con más profundidad con Cristo. Encontrarnos con Cristo en el interior, en lo más profundo de nosotros, es lo que acaba dando sentido a todas las cosas: las buenas que hacemos, las malas que hacemos, las buenas que dejamos de hacer y también las malas que dejamos de hacer.
En el fondo, el camino que Dios quiere para nosotros, es un camino de búsqueda de Él, a través de todas las cosas.
Esto es lo que el Evangelio nos viene a decir cuando nos habla de las obras de misericordia. Quien da de comer al hambriento, quien da de beber al sediento, en el fondo no simplemente hace algo bueno o se comporta bien con los demás, sino va mucho más allá. Está hablándonos de una búsqueda interior que nosotros tenemos que hacer para encontrarnos a Cristo; una búsqueda que tenemos que ir realizando todos los días, para que no se nos escape Cristo en ninguno de los momentos de nuestra existencia.
Es necesario que nosotros tengamos la valentía, la disponibilidad, la exigencia personal para reconocer a Cristo. No solo para hacer el bien, que eso lo podemos hacer todos, sino para reconocer a Dios. Saber poner a Cristo en todas las situaciones, en todos los momentos de nuestra vida.
Esto que nos podría parecer algo muy sencillo, sin embargo es un camino duro y exigente. Un camino en el cual podemos encontrar tentaciones. ¿Cuál es la principal tentación? La principal tentación en este camino, es precisamente la tentación de no aceptar, con nuestra libertad, que Cristo puede estar ahí, o sea la tentación del uso de la libertad.
Creo que si hay algo a lo cual nosotros estamos aferrados, es a nuestra libertad y es lo que buscamos defender en todo momento y conservar por encima de todo. Cristo dice: “¡Cuidado!, no sea que tu libertad vaya a impedirte reconocerme”. ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que dejar de ser uno mismo? ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que renunciar a nosotros mismos? “Tuve hambre y no me diste de comer”…
A veces podríamos pensar que Cristo sólo se refiere al hambre material, pero cuántas veces se acerca a nosotros corazones hambrientos espiritualmente y nosotros preferimos seguir nuestro camino; preferimos no comprometer nuestra vida, pues es más fácil, así no me meto en complicaciones, así me ahorro muchos problemas.
Todos nosotros somos de una o de otra forma, miembros comprometidos en la Iglesia, miembros que buscan la superación en la vida cristiana, que buscan ser mejores en los sacramentos, ser mejores en las virtudes, encontrarnos más con nuestro Señor. ¿Por qué no empezamos a buscarlos cuando Él llega a nuestra puerta? Cuidemos la principal de las tentaciones, que es tener el corazón cerrado.
La Cuaresma tiene que ayudarnos a preguntarnos y a plantearnos la apertura real del corazón y ver porqué nuestro corazón cerrado no quiere reconocer a Cristo en los demás. Atrevámonos a ver quiénes somos, cómo estamos viviendo nuestra existencia. Abramos nuestro corazón de par en par. No permitamos que nuestro corazón acabe siendo el sediento y hambriento por cerrado en si mismo. Podemos acabar siendo nosotros, auténticos hambrientos y sedientos, y estar Cristo tocando a nuestras puertas y sin embargo cerramos el corazón.
Hagamos de nuestro camino cuaresmal, un camino hacia Dios abriendo nuestro corazón. Abramos el corazón, reconozcamos a Cristo, no permitamos que nuestra vida se encierre en sí misma.
Que el reclamo a la santidad, que es la Cuaresma, sea un reclamo a un corazón tan abierto, tan generoso y tan disponible que no tenga miedo de reconocer a Cristo en todas y cada una de la situaciones por las que atraviesa; en todas y cada una de las exigencias, que Cristo, venga a pedir a nuestra vida cotidiana. No se trata simplemente de esperar hasta el día del Juicio Final para que nos digan: “tu a la derecha y tu a la izquierda”; es en el camino cotidiano, donde tenemos que empezar a abrir los ojos y a reconocer a Cristo.
Hna. Gabriela sjs.
En el fondo, el camino que Dios quiere para nosotros, es un camino de búsqueda de Él, a través de todas las cosas.
Esto es lo que el Evangelio nos viene a decir cuando nos habla de las obras de misericordia. Quien da de comer al hambriento, quien da de beber al sediento, en el fondo no simplemente hace algo bueno o se comporta bien con los demás, sino va mucho más allá. Está hablándonos de una búsqueda interior que nosotros tenemos que hacer para encontrarnos a Cristo; una búsqueda que tenemos que ir realizando todos los días, para que no se nos escape Cristo en ninguno de los momentos de nuestra existencia.
Es necesario que nosotros tengamos la valentía, la disponibilidad, la exigencia personal para reconocer a Cristo. No solo para hacer el bien, que eso lo podemos hacer todos, sino para reconocer a Dios. Saber poner a Cristo en todas las situaciones, en todos los momentos de nuestra vida.
Esto que nos podría parecer algo muy sencillo, sin embargo es un camino duro y exigente. Un camino en el cual podemos encontrar tentaciones. ¿Cuál es la principal tentación? La principal tentación en este camino, es precisamente la tentación de no aceptar, con nuestra libertad, que Cristo puede estar ahí, o sea la tentación del uso de la libertad.
Creo que si hay algo a lo cual nosotros estamos aferrados, es a nuestra libertad y es lo que buscamos defender en todo momento y conservar por encima de todo. Cristo dice: “¡Cuidado!, no sea que tu libertad vaya a impedirte reconocerme”. ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que dejar de ser uno mismo? ¿Cuántas veces el ayudar a alguien significa tener que renunciar a nosotros mismos? “Tuve hambre y no me diste de comer”…
A veces podríamos pensar que Cristo sólo se refiere al hambre material, pero cuántas veces se acerca a nosotros corazones hambrientos espiritualmente y nosotros preferimos seguir nuestro camino; preferimos no comprometer nuestra vida, pues es más fácil, así no me meto en complicaciones, así me ahorro muchos problemas.
Todos nosotros somos de una o de otra forma, miembros comprometidos en la Iglesia, miembros que buscan la superación en la vida cristiana, que buscan ser mejores en los sacramentos, ser mejores en las virtudes, encontrarnos más con nuestro Señor. ¿Por qué no empezamos a buscarlos cuando Él llega a nuestra puerta? Cuidemos la principal de las tentaciones, que es tener el corazón cerrado.
La Cuaresma tiene que ayudarnos a preguntarnos y a plantearnos la apertura real del corazón y ver porqué nuestro corazón cerrado no quiere reconocer a Cristo en los demás. Atrevámonos a ver quiénes somos, cómo estamos viviendo nuestra existencia. Abramos nuestro corazón de par en par. No permitamos que nuestro corazón acabe siendo el sediento y hambriento por cerrado en si mismo. Podemos acabar siendo nosotros, auténticos hambrientos y sedientos, y estar Cristo tocando a nuestras puertas y sin embargo cerramos el corazón.
Hagamos de nuestro camino cuaresmal, un camino hacia Dios abriendo nuestro corazón. Abramos el corazón, reconozcamos a Cristo, no permitamos que nuestra vida se encierre en sí misma.
Que el reclamo a la santidad, que es la Cuaresma, sea un reclamo a un corazón tan abierto, tan generoso y tan disponible que no tenga miedo de reconocer a Cristo en todas y cada una de la situaciones por las que atraviesa; en todas y cada una de las exigencias, que Cristo, venga a pedir a nuestra vida cotidiana. No se trata simplemente de esperar hasta el día del Juicio Final para que nos digan: “tu a la derecha y tu a la izquierda”; es en el camino cotidiano, donde tenemos que empezar a abrir los ojos y a reconocer a Cristo.
Hna. Gabriela sjs.
martes, 15 de marzo de 2011
Caminando hacia los 140 años de fundación del colegio 1872
Queridos alumnos y Familias del Instituto del Carmen:
Con gozo y alegría recibimos hoy a sus hijos y a ustedes padres, seguros de que encontrarán en el Colegio el ámbito adecuado para el desarrollo de las capacidades humanas con la plenitud espiritual que se plasman en nuestro doble compromiso: vivir La Fe Católica y brindar excelencia académica.
Con gozo y alegría recibimos hoy a sus hijos y a ustedes padres, seguros de que encontrarán en el Colegio el ámbito adecuado para el desarrollo de las capacidades humanas con la plenitud espiritual que se plasman en nuestro doble compromiso: vivir La Fe Católica y brindar excelencia académica.
El Colegio será para sus hijos un lugar de encuentro, diálogo, servicio, solidaridad, búsqueda de la verdad, asimilación de conocimientos y práctica de las virtudes, en orden a vivenciar la máxima de nuestra Fundadora María Benita Arias que decía: “Hagan todo el Bien posible”.
Convencidos que un mundo mejor es posible, es que nos animamos al desafío permanente de educar en valores tan importantes como la vida misma.
Motivo tal que los invitamos este año a que juntos trabajemos para hacer de nuestras “Familias, el verdadero Santuario de la Vida, donde el Amor y el Respeto sea el fruto de Comunión con Jesús Pan de Vida”.
Sin más deseamos que se sumen con su compromiso diario y personal en este hermoso espacio que nos propone la Institución.
¡Bienvenidos!
Equipo directivo Colegio del Carmen
Suscribirse a:
Entradas (Atom)